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The Basque Global Time

Time present and time past

are both perhaps present in time future,

and time future contained in time past”

(T.S. Eliot, Burnt Norton, Four Quartets, 1945)

Some Basque diaspora communities and some groups in the Basque Country share, depending on the type of celebrations, some highly symbolic temporal commemorations. According to Michel Laguerre, “diasporic new years, holy days, and holidays incubate the memory of the homeland, heighten the temporal dissimilarity between the mainstream and the ethnic enclave, intensify transnational relations, maximize revenues in the diasporic economy…raise the public consciousness about the presence of the group in their midst, induce changes of the diasporic community, and help the group reproduce itself as a transglobal entity” (In Urban Multiculturalism and Globalization in New York City, 2003: 5). That is to say, different temporal commemorations such as religious, cultural, political, and hybrid are currently celebrated by Basques worldwide. However, the boundaries between religious, political, or cultural temporalities are not so clear-cut. For example, religious celebrations, such as Saint Ignatius of Loyola can be understood as strong Basque nationalist events while nationalist events, such as the Aberri Eguna are imbued with religious symbolism; and cultural events such as Korrika, the bi-annual pro-Basque language race are seen as highly political.

Following the Roman Catholic calendar Basque diaspora communities celebrate different religious festivities, such as Christmas, Easter Week, and Basque Patron Saints days (e.g., Saint Sebastian, January 20th—e.g., Madrid—Saint Fermín, July 7th, Saint Ignatius of Loyola, July 31st—e.g., Miami—Our Lady of Arantzazu, September 9th, or Saint Francis Xavier, December 3rd). Despite the obvious religious content of those festivities, for example, Saint Francis Xavier, the Patron Saint of Nafarroa, and Saint Ignatius of Loyola, the Patron Saint of the provinces of Bizkaia and Gipuzkoa, were not only considered religious symbols but also political symbols, particularly during the time of the Basque government-in-exile.

Similarly, Aberri Eguna (the Day of the Homeland) coincides, intentionally, with the Catholic festivity of Easter Sunday, as a metaphor for the resurrection of the Basque nation. It has been, and still is, commemorated in the Basque diaspora (e.g., London and Havana) since the Basque Nationalist Party (PNV in its Spanish acronym) established it in 1932. From 1936 to 1976, the Spanish Workers Socialist Party also commemorated the date, which was legalized in Spain in 1978. Since then, only the Basque nationalist parties, separately, celebrate it. However, since 2005 the annual Aberri Eguna celebration in Argentina were jointly celebrated by representatives from the nationalist youth group JO TA KE of Rosario, the extraterritorial assembly of the PNV in Argentina, and Eusko Alkartasuna-Argentina. In addition, the aerial bombardment of Gernika by Nazi Germany on April 26, 1937, is another highly commemorated date by Basque diaspora institutions and communities (e.g., Argentina and San Francisco, United States).

The main common cultural celebrations refer to the Basque language or Euskara. Euskararen Eguna, the International Basque Language Day, was instituted by Eusko Ikaskuntza, the Society of Basque Studies, in 1948, and it is celebrated on December 3rd, the day of St. Francis Xavier. It has been, and still is, celebrated in the diaspora. The bi-annual and very popular pro-Basque language event Korrika—a run and walk-a-thon to raise money for Basque language schools—is also celebrated abroad (e.g., Barcelona and Shanghai).

In the 2003 World Congress of Basque Collectivities, the institutional representatives of the Basque diaspora recommended the establishment of a “Day of the Diaspora” to be celebrated in both the Basque Country and the diaspora as a way to achieve an official social recognition in the homeland. (Unfortunately, as of April 2011, the “Day of the Diaspora” has not been established yet). Despite the fact that Basque migrants are physically removed from their home country, they are able to be united with their co-nationals by sharing cyclical common events throughout time. The aforementioned celebrations unite Basques from all provinces, including diaspora Basques. These specific temporalities for communal gathering, fraternity, and for renewing pledges of identity, help diaspora and homeland Basques to imagine themselves as a Basque united global community regardless of their geographical location.

Are we ready to build a Basque global community?

For a version of the post in Spanish please visit: http://www.euskonews.com/0578zbk/kosmo57801es.html

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The Basque Global Block

Algunos expertos en temas de migración consideran que los símbolos son los últimos vestigios de la identidad de aquellos emigrantes completamente asimilados a sus países de acogida. Es lo que se entiende por “identidad simbólica”, la cual es definida como una forma de expresar la identidad heredada de padres y abuelos, y que es instrumentalizada con el objetivo de evitar cualquier conflicto con las formas de vida de la sociedad en la que hijos y nietos han crecido. Una identidad simbólica que se manifiesta de forma concreta en festivales, desfiles, deportes, juegos, bailes, o en muestras culinarias.

Sin ninguna duda, los símbolos ayudan a muchos individuos de la diáspora vasca a externalizar públicamente tanto su identidad colectiva vasca como las manifestaciones culturales de dicha identidad. En sí, macro-festivales vascos como el Jaialdi de la ciudad de Boise del Estado norteamericano de Idaho, y que se está celebrando estos días, son una expresión tangible de identidad y de reafirmación cultural en un ámbito público ajeno a lo vasco. De hecho, en toda la diáspora vasca que abarca más de una veintena de países son muy pocas las comunidades que a día de hoy han podido articular y gestionar un espacio público propio. La falta de nuevas oleadas de emigrantes, el envejecimiento progresivo de la generación emigrante, su dispersión geográfica, y la regeneración urbana que han experimentado muchas ciudades han evitado que perdurasen en el tiempo algunos espacios que en su día fueron verdaderos barrios vascos, como el de Broadway de San Francisco o el de Ezeiza en Buenos Aires.

Si existe algún lugar en los Estados Unidos donde los vascos como comunidad han construido  su propio espacio público es sin ninguna duda el llamado “Basque Block” de Boise. Un lugar conformado por un museo (Basque Museum and Cultural Center), dos antiguas pensiones—hoy en día ambas destinadas a relatar la historia de las comunidades emigrantes vascas y su posterior asentamiento—dos restaurantes (el Leku Ona y el Gernika Bar), una tienda (The Basque Market), un frontón, y el edificio de la asociación vasca (Euzkaldunak). Es un paisaje urbano ampliamente saturado por símbolos vascos y del cual el visitante puede difícilmente abstraerse.

Boise July2004 (1)

(Basque Block Mural, Julio 2004. Foto de Pedro J. Oiarzabal)

En el propio “Basque Block” un mural aúna la historia de la comunidad vasca en el Estado de Idaho y su devenir en el tiempo. El mural, diseñado por Bill Hueg en el año 2000 a petición del Museo Vasco de Boise, es un extraordinario ejemplo del poder de los símbolos como aglutinadores de la identidad colectiva y del sentir de una comunidad. De izquierda a derecha, el mural hace referencia a los viajes de Cristóbal Colón y a la participación de generaciones de vascos en el “descubrimiento”, conquista y colonización de las Américas; aparece un baserri en lo alto de una colina verde; un fragmento del Guernica de Pablo Picasso—un alto porcentaje de la comunidad vasca de Idaho procede de Bizkaia-; el Árbol de Gernika; la pensión de Uberuaga/Aguirre, establecida en 1903 en Boise; el retrato de Juanita Uberuaga Hormaechea, una de las pioneras en la enseñanza de bailes vascos en la década de 1940; el grupo de danza vasca Oinkari y que este año cumple su 50 aniversario; la Catedral Católica de St. John de Boise; un retrato de Jim Jausoro, acordeonista del grupo Oinkari desde 1947 hasta su fallecimiento en 2005; un hombre levantado una piedra cuadrangular en referencia a los deportes rurales vascos; y finalmente, como no podría ser de otra manera, se hace referencia a un campamento de pastores de ovejas, la principal ocupación de los emigrantes vascos en el Oeste Americano durante más de un siglo.

Tanto el “Basque Block” como el Jaialdi de Boise son considerados verdaderos éxitos a emular por comunidades vascas tanto de dentro como de fuera de Estados Unidos. En un contexto en el que la emigración vasca tuvo su punto final hace más de tres o cuatro décadas, ¿cuáles serían las estrategias más adecuadas que las instituciones de la diáspora vasca deberían de llevar a cabo para hacer frente al futuro más inmediato? Y en cuanto a lo que se denomina “identidad simbólica”, ¿hasta qué punto las propias comunidades de la diáspora se aferran a los símbolos como recursos para impulsar y promocionar sus propias identidades colectivas?

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