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2003, 2011

“Vosotros sois la cara de Euskadi en el mundo. La valoración que merecemos en el mundo es por el trabajo que vosotros estáis realizando”

(Juan José Ibarretxe, 2003)

“Se nos conocerá todavía más por el país abierto, integrador, moderno, sostenible y solidario que somos”

(Patxi López, 2011)

Durante las últimas tres décadas, la lucha contra la violencia ha sido central en los discursos de los representantes gubernamentales tanto de las administraciones nacionalistas como de la socialista en relación a la diáspora vasca. El Gobierno Vasco ha intentado contrarrestar las consecuencias de la violencia de ETA promocionando en el exterior la imagen pacífica de Euskadi. Consecuentemente, uno de los objetivos del Gobierno Vasco ha sido el de conseguir que la propia diáspora vasca se encargue de transmitir el mensaje de una Euskadi pacífica y socio-económicamente próspera en sus países de residencia. El gobierno ha invitado repetidamente a la diáspora institucional a tener un papel activo en la política internacional del ejecutivo promocionando la “verdadera” imagen de Euskadi—postmoderna, pacífica y tolerante.

Las constantes peticiones del Gobierno Vasco hechas a la diáspora para promover la imagen pacífica de la sociedad vasca alcanzaron un punto álgido cuando los líderes institucionales de la diáspora vasca emitieron una declaración institucional en el Tercer Congreso Mundial de las Colectividades Vascas (Vitoria-Gasteiz, 14-18 de julio de 2003) que explícitamente condenaba por primera vez a ETA y sus acciones. En la ceremonia inaugural del congreso el Lehendakari Juan José Ibarretxe solicitó a la diáspora una respuesta directa a la “terrible e inhumana violencia” de ETA para prevenir que la imagen de Euskadi en el exterior continuase siendo distorsionada.

En el último día del congreso, se emitió una declaración institucional, teóricamente aprobada por todos los delegados. La diáspora asumía su papel en la promoción de la “verdadera” imagen de Euskadi, e iba un paso más allá condenando a ETA y demandando su final por primera vez en su historia. La politización de la diáspora era más evidente que nunca. La declaración de 2003 unía paz con el desmantelamiento de ETA y el fin negociado del conflicto político histórico. A los ojos de la sociedad vasca y del resto del mundo, esta declaración suponía la desaprobación inequívoca de ETA por parte de la diáspora como un ente unitario. La declaración fue incorporada a las actas del congreso pero no fue fruto de un consenso compartido por la mayoría de los participantes. De hecho, el borrador no fue bien recibido por muchos de los delegados. Las objeciones fueron dirigidas a la “naturaleza política” del documento por la inclusión de la referencia a ETA. Otros delegados adujeron la falta de autorización de sus juntas directivas para firmar un “documento político”. Sin embargo, no hubo objeciones a las demandas de un diálogo político para la obtención de la paz o el derecho de autodeterminación del Pueblo Vasco. ¿No se consideraban dichas demandas políticas en naturaleza?

Dentro del contexto histórico de la declaración del “cese definitivo de la actividad armada” de ETA del 20 de octubre de 2011, el actual Secretario General de Acción Exterior, Guillermo Echenique comentó durante la presentación del Quinto Congreso Mundial (Donostia-San Sebastián, 2-4 de noviembre de 2011), “los vascos en el exterior en general y los centros vascos en particular deben de ser agentes de este nuevo tiempo trasladando la imagen real del País Vasco, las ansias infinitas de paz de los vascos y contribuyendo a la deslegitimación de la violencia” (El Mundo, 31 de octubre de 2011). Aún más, Echenique esperaba que las conclusiones del congreso incluyesen alguna referencia al fin de la violencia de ETA (Deia, 1 de noviembre de 2011).

V Congreso Mundial 2011

(Reconocimiento de la labor centenaria del “Centro Vasco Zazpirak Bat” de Rosario, Argentina  en el V Congreso Mundial de Colectividades Vascas (2 de Noviembre de 2011). De izquierda a derecha: Guillermo Echenique, Patxi López, y Julián Celaya, Director para los Ciudadanos y Colectividades Vascas en el exterior. Fotografía de P. J. Oiarzabal).

La delegación de Perú presentó el borrador de una declaración que “celebrará el fin de la violencia de ETA” para ser incluida en el documento de conclusiones. Los delegados contrarios a la inclusión de dicha declaración expusieron idénticos argumentos a los de ocasiones anteriores: la falta de un mandato de sus juntas directivas y la prohibición de discutir asuntos de carácter político. La campaña a las Elecciones Generales Españolas del 20 de noviembre de 2011 comenzó en la noche del tres de noviembre, y el borrador fue presentado el día cuatro. Para algunos delegados el apoyo a la declaración podría ser entendido como un apoyo directo a la candidatura del Partido Socialista. Otros insinuaron que el borrador había sido impulsado por el propio Gobierno Vasco. La declaración nunca fue aprobada.

Las expectativas de la administración socialista para involucrar a la diáspora institucional en el nuevo contexto post-ETA no alcanzaron su objetivo. César Arrondo, un observador vasco-argentino en el congreso, condenó enérgicamente a la diáspora institucional representada en el foro por no firmar una declaración a favor de la paz en Euskadi, lo que demostraba, a su juicio,  “el poco compromiso” con el país. Arrondo preguntaba, “¿Qué creen que hacen estos delegados en sus casas vascas, sino hacer política, cuando colocan la ikurriña, festejan el Aberri Eguna o hacen mención al Zazpirak Bat?”.

La declaración de 2003—bajo administración nacionalista—y la de 2011—bajo administración socialista—demuestran la división política de la diáspora y su debilidad como un ente unitario. Casi una década ha transcurrido entre una y otra declaración pero los problemas de comunicación y de búsqueda de un consenso mínimo entre diferentes posturas y retos similares, más allá de los puntuales encuentros que se producen cuatrienalmente entre los diversos países, siguen imperando en la diáspora. Es a todas luces obvio que la diáspora institucional no es una comunidad homogénea libre de tensiones y desacuerdos. Pero dicho esto, esta división no es blanca o negra. Es decir, no es estar a favor de ETA o en contra de ETA, sino de sentirse utilizado abiertamente por propósitos partidistas, los cuales van en contra de los principios de la supuesta naturaleza apolítica y apartidista que sustentan a la mayoría de las asociaciones de la diáspora. La fractura ideológica existente entre diversos segmentos de la diáspora institucional—particularmente entre Europa y Suramérica—neutraliza cualquier interpretación preconcebida de la diáspora como una entidad pasiva y homogénea. Se evidencia que a día de hoy la diáspora vasca es tan plural, incluso políticamente, como lo es la propia sociedad vasca.

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