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Cartografía de emociones

“Cuando pronuncio la palabra Futuro la primera sílaba pertenece ya al Pasado”

(Wislawa Szymborska)

Mientras leéis estas letras debería de estar cruzando el Atlántico al reencuentro con un yo entregado voluntariamente al olvido. Las agujas del reloj se ralentizan. No hay tiempo como el de los aeropuertos donde su transcurrir se congela como postales de un pasado inamovible. Echo la vista atrás y hago recuento de los casi tres años que llevo fuera del país. A pesar del tiempo transcurrido prevalece el hecho de pensar que todo lo que dejé tras de mi continúa como lo dejé. Revisito lugares de ausencias que ya solamente habitan en mi memoria. ¿Dónde ha quedado el hogar? ¿Dónde fueron a parar los infinitos cielos azules de Reno, el calor de los días, el frío de las noches, el eco del sonido?

Mi casa es un paisaje de horarios discontinuos y de emociones entrelazadas que buscan un equilibrio entre la necesidad del olvido y el peso de la memoria. El resultado son paredes cubiertas por tapices hechos con finas hebras de sueños, recuerdos y añoranzas que ansían imaginarse otros mundos posibles donde volver a comenzar y poder recrear una nueva casa ante la imposibilidad de regresar al pasado.

Ely_Nov2008 (41)The Paris Ranch, Ely, Nevada (Fotografía de P. J. Oiarzabal)

En el libro Mountain City (2000) el autor vasco-americano Martin Gregory reflexiona sobre su niñez, juventud, el significado del hogar y sobre aquellos emigrantes vascos con los que se relacionó durante sus estancias en el pueblo de Mountain City del estado norteamericano de Nevada. Muchos de estos personajes han desaparecido excepto en la memoria de aquellos que les conocieron. Gregory concluye en tono triste y de resignación: “Para mí el hogar es aquel lugar que no puedo evitar que desaparezca”.

La memoria—en esa lucha del recuerdo contra el olvido—en sí es baldía sino se transmite. En nosotros esta el rescatar del olvido la memoria de aquellos vascos que, como los de Mountain City y de tantos otros lugares esparcidos por el continente americano, han sido testigos únicos de un pasado, y que como tal no volverá, pero que es necesario recordarlo. La memoria se alimenta de sí misma, de los recuerdos que aviva, que hacen de su esencia inmaterial una permanencia palpable entre nosotros. Los emigrantes vascos y sus descendientes han generado un imaginario y un legado cultural que han propiciado fuertes vínculos entre ambas orillas del Atlántico, tejiendo una cartografía de emociones que no tienen en cuenta ni fronteras temporales ni espaciales.

¿Qué permanecerá de las Euskal Herrias del Oeste Americano? ¿Qué quedará cuando toda una generación de personas que forman parte de esa memoria colectiva de emigración, expatriación y exilio haya irremediablemente desaparecido? ¿Qué será de esa “casa vasca” erigida en suelo americano?

Ely_Nov2008 (6)Mural en honor a los Pastores Vascos, Ely, Nevada (Fotografía de P. J. Oiarzabal)

Ante el relativo grado de desconocimiento de la sociedad actual sobre el hecho emigratorio se han puesto en marcha diferentes iniciativas que bien podrían afianzar el trabajo a favor de la recuperación de la memoria histórica de la emigración. Por ejemplo, la Junta de la Comunidad Autónoma de Extremadura creo en el mes de Abril el Museo Virtual de la Emigración Extremeña que podría ser un modelo a seguir en el caso de la diáspora vasca. Sin duda alguna, se requiere un firme compromiso con la memoria, con nuestra historia de emigración y retorno con el objetivo de recuperar y divulgar la memoria oral de los vascos del exterior y de aquellos que regresaron en su día como una parte fundamental del patrimonio inmaterial de Euskal Herria. ¡Hay tanto por hacer!

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Extraño

extraño, ña.

(Del lat. extranĕus). 1. adj. De nación, familia o profesión distinta de la que se nombra o sobrentiende, en contraposición a propio. U. t. c. s.; 2. adj. Raro, singular; 3. adj. extravagante. Extraño humor, genio Extraña manía; 4. adj. Dicho de una persona o de una cosa: Que es ajena a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte. U. t. c. s. Pedro es un extraño en su familia; 5. adj. Que no tiene parte en algo. Juan permaneció extraño A aquellas maquinaciones; 6. m. Movimiento súbito, inesperado y sorprendente; 7. f. Planta herbácea de la familia de las Compuestas, con tallo rollizo, velloso y guarnecido de muchas hojas alternas, aovadas, lampiñas, con dientes desiguales, y tanto más estrechas cuanto más altas están; flores terminales, grandes, de gran variedad de colores, pues las hay blancas, azules, moradas, encarnadas y jaspeadas. Procede de China, y se cultiva mucho como planta de adorno. serle a alguien ~ algo; 1. loc. verb. No estar práctico en ello o ser impropio para él. (Real Academia de la Lengua Española).

Me siento extraño. Mañana a estas horas habré regresado al país que me acogió durante tanto tiempo. Ya han pasado 7 siete años desde mi última visita, y 17 más desde que llegué por primera vez una noche de Septiembre en la que llovía a cantaros, había huelga del transporte público, estaba agotado, y no sabía ni una palabra de inglés. Fue una noche larga que me condujo a un amanecer resplandeciente, a uno de esos raros días, como aprendería más tarde, en los que el sol lucía. Parecía otro país. Sorprendentemente, a pesar del transcurrir de las horas mi inglés no había mejorado ni un ápice.

Los largos días, dieron paso al rápido pasar del tiempo. Ese primer año pronto se convirtió en el año fundacional de mi propio calendario. El Año 2, el Año 3, el Año 4…y de esta manera marcaba mi tiempo. Era un renacer, un rehacerse a sí mismo. El inicio. Dicen que el bíblico número 7 es sinónimo de muchos, muchos años…en sí la vida de los emigrantes es como las vidas de los gatos…

Esa primera mañana de mi primer día de mi primer año recorrí el campus de la universidad de norte a sur y me enamoré de su silencio, de la tranquilidad, de la serenidad, del paisaje, de los edificios, de los colores del otoño irlandés. Pensé en lo maravilloso que sería vivir allí para siempre. Pasado mañana me gustaría volver a desandar ese mismo camino andado hace tantos años. No sería tanto regresar al punto de partido sino de completar un viaje que inicie mucho antes de haber salido de Bilbao. Pero esa es otra historia. Sergio nunca pudo visitarme en Irlanda pero le gustaba oírme hablar de mis aventuras y sobre todo desventuras en el país de James Joyce. Ojala le hubiese hablado más de mi vida fuera de mi vida trazada desde mi nacimiento. Pasado mañana Sergio vendrá a pasear conmigo.

Ese breve instante de esa primera mañana dio lugar a 8 largos años, unos más felices que otros, pero todos intensamente vividos, gastando tantas vidas o más que la de los gatos. Me siento extraño como arqueólogo que hace catas en una memoria abandonada a su suerte, a un olvido interesado para poder rehacer el camino hacia otro destino sin mirar hacia atrás. Sin permitirme ningún lujo de sembrar nostalgias en el campo de la memoria, crucé el Atlántico para volver a empezar, para reinventarme un nuevo calendario; esta vez siendo consciente que todo calendario es caduco desde su primer segundo de vida.

Y de todo esto perduran esas pequeñas cosas de la vida…un paseo, un beso, un abrazo, un te quiero, el transcurrir de un viaje…Y por pequeñas merecen la pena ser vividas. A algunas las cambias y las muchas te hacen cambiar. Y todo cambia y que yo cambie no es extraño…

“Pero no cambia mi amor

Por más lejos que me encuentre.

Ni el recuerdo ni el dolor

De mi pueblo y de mi gente…”

(Julio Numhauser)

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