Tag Archives: Holocausto

Perdonar

“El perdón no borra el amargo pasado. Una memoria sanada no es una memoria eliminada. Todo lo contrario, perdonando aquello que no podemos olvidar crea una nueva forma de recuerdo. Transformamos la memoria de nuestro pasado en esperanza para nuestro futuro”

(Lewis B. Smedes, The Art of Forgiving, 1996)

La memoria es fundamental para todo lo que hacemos o deseamos hacer. De hecho, mucho de lo que somos como individuos o comunidades se debe a la memoria. ¿Nos podríamos imaginar sin memoria? Nos encontraríamos sin pasado, sin identidad. Historia y memoria colectiva son una parte inseparable de cualquier cultura. ¿Cómo puede la tecnología ayudarnos a recopilar, preservar y hacer accesible al público nuestra memoria, nuestra identidad, historia y pasado? En este sentido, son varias las iniciativas llevadas a cabo a lo largo del año en el trabajo de recuperación y visibilización de la memoria histórica y social de Euskal Herria en el que la tecnología se ha convertido en un instrumento indispensable. Coincidiendo con el centenario del nacimiento de Jon Bilbao Azkarreta, el Instituto Vasco Etxepare y la Universidad de Nevada, Reno crearon la Cátedra Jon Bilbao, dando inicio al proyecto de investigación “Memoria Bizia: Patrimonio Vivo de la Diáspora Vasca” con el apoyo de la federación de asociaciones vascas de Norte América (NABO), el Gobierno Vasco y la Universidad de Deusto.

#MemoriaBiziaMientras “Memoria Bizia” se centra en los testimonios orales de vascos y descendientes vascos, de más edad, residentes en Estados Unidos y Canadá, el proyecto “Ondare Bizia: Exilio, Emigración y Retorno Vascos” trabaja en los testimonios de la última generación de exiliados, emigrantes y retornados de origen vasco a Euskal Herria. Liderado por los institutos de Estudios Vascos y de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto, el proyecto se constituye en la plataforma multimedia online de divulgación y reflexión sobre dicho fenómeno social, “OndareBizia.deusto.es” y que toma vida en el documental “Ahaztutako Garaiak – Tiempos Olvidados” donde se muestra la diversidad y complejidad del pasado y del presente de la migración y del retorno a Euskal Herria, a partir de los testimonios de 24 personas.

#OndareBiziaNuestro objetivo parafraseando al Profesor Yehuda Elkana, superviviente del Holocausto, no es perpetuar la memoria colectiva de nuestro pasado más inmediato para que acabe rigiendo el presente y altere así el destino de nuestras vidas, sino que es en ella donde se encuentra la semilla de la esperanza en el futuro. Las historias orales recuperadas hasta la fecha nos presentan una memoria viva, una memoria moral, que supone una deslegitimización ética y social de actitudes de un pasado silenciado y construido sobre injusticias no reparadas. Sobre todo, estos testimonios, muchas veces sobrecogedores, nos aleccionan sobre el perdón para con sus victimarios y nos adentran en paisajes de memorias de otros tiempos que discurren entre olvidos y recuerdos.

“Ahaztutako Garaiak – Tiempos Olvidados” (Universidad de Deusto, 2014).

¿Cuál ha sido ese momento de 2014 que atesoras en la memoria? Cuéntanoslo.

Jai Zoriontsuak eta Urte Berri On!!!

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Tiempos nuevos

“Ves cosas y dices, ‘¿Por qué?’ Pero, yo sueño cosas que nunca fueron y digo, ‘¿Por qué no?’”.

George Bernard Shaw (Back to Methuselah, 1921)

Si comenzábamos el año viajando a la Isla de Irízar de la Antártida Argentina, lo despedimos desde las Islas de Diómedes (65° 47’ 0” N, 169° 1’ 0” O), situadas en la mitad del Estrecho de Bering, al sur del círculo polar Ártico. Están formadas por Diómedes Mayor (Inaliq), la cual pertenece a la Federación Rusa y se encuentra deshabitada, y Diómedes Menor (Ignaluk), habitada por 146 personas de la etnia Iñupiat Inuit, siendo parte de Estados Unidos. Separadas por un canal, éste puede ser atravesado andando cuando se encuentra congelado en invierno y, de esta manera, poder situarnos en una línea imaginaria que atraviesa el planeta de norte a sur. Es el meridiano 180°, coincidente con la línea internacional de cambio de fecha que marca el cambio de día en el calendario, y que sitúa caprichosamente a Diómedes Mayor—al oeste de la línea—a 21 horas por delante de Diómedes Menor—al este—en una distancia física de apenas 4 kilómetros. Consecuentemente, se conoce a Diómedes Mayor como la “Isla del Mañana” y a Diómedes Menor como la “Isla del Ayer”. Propio de una novela de ciencia ficción ¿quién hubiera podido imaginarse que pudiéramos viajar entre el ayer y el mañana y entre el mañana y el ayer, a pie, sin máquina del tiempo alguna, y compartiendo la misma hora solar?

diomedeMapa de las Islas Diómedes con la línea internacional de cambio de fecha (Fuente: Wordatlas).

Y es en esta subjetiva percepción del tiempo, y particularmente, durante los últimos días del año, cuando el mundo parece ralentizarse pero el discurrir del tiempo es el mismo. Y si hay algo en común tanto a las diferentes culturas y tradiciones religiosas que nos han precedido como a las actuales es la obsesión por medir el cambio cronológico, por organizar y controlar la dimensión temporal de nuestra existencia. Desde el reloj de sol hasta el atómico, pasando por el calendario juliano (46 a.C.) que dividía el año en doce meses, el de Constantino I el Grande (321 d.C.) que implantó las semanas en siete días, el calendario gregoriano (1582) que utilizamos oficialmente a día de hoy en casi todo el mundo, hasta la línea internacional de cambio de fecha o el tiempo universal coordinado. Todos han sido intentos de medir el tiempo, pasando de ser esfuerzos locales hasta ser adoptados universalmente. En nuestra pequeña geografía, sería el clérigo protestante labortano Joanes Leizarraga el que escribiera el primer calendario en euskera, Kalendrera, y quien también tradujera, por primera vez, el Nuevo Testamento al euskera, ambos publicados en 1571.

En nuestro pensamiento el tiempo parece no transcurrir y recordamos a aquellos que nos han dejado a lo largo del año y aquellos otros que nos dejaron tiempo atrás. Y a pesar de la abrumadora crisis—también de valores—que nos asola y de los malos presagios que pretenden ahogar nuestra ilusión de cara al nuevo año, retemos al futuro desde la esperanza y hagamos realidad las palabras de Viktor Frankl, superviviente del Holocausto: “Quien tiene un ‘porqué’ para vivir, encontrará casi siempre el ‘cómo’”. Permitámonos soñar y preguntarnos “¿por qué no?”. Un nuevo tiempo comienza.

Jai Zoriontsuak eta Urte Berri On!!!

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Regreso

“El pasado es un país extranjero…” Así es como Leslie Poles Hartley da comienzo a su novela The Go-between de 1953, donde el protagonista, el anciano Leo Colston, recuerda con nostalgia su niñez. Casi dos décadas más tarde la novela fue adaptada y llevada al cine por Harold Pointer y Joseph Losey, consiguiendo el Gran Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Realmente el pasado puede ser un país diferente, extraño pero no es para nada un producto de nuestra imaginación. Eva Hoffman, hija de supervivientes del Holocausto, narra en su autobiografía Lost in Translation la experiencia de emigrar de Polonia a Canadá a finales de los años 50 y como la tenacidad de la nostalgia ejerce de aglutinante de las diferentes memorias e imágenes que conforman su pasado y su identidad en el pasado. Hoffman nos viene a decir que la nostalgia cristaliza alrededor de todo aquello creído “pérdido” como si de “ámbar” se tratase.

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(Dublín. Foto de Pedro J. Oiarzabal)

A nuestros ojos, y en particular al de los emigrantes, el pasado no es solamente inamovible sino constantemente idealizado y nada puede perturbarlo. Sin embargo, nuestra identidad está en constante construcción y es en gran medida influenciada por nuestros recuerdos. En el caso de los emigrantes sus identidades tienden a fundamentarse en la vida conocida antes del momento de partida. En sí la memoria juega un papel relevante en  la construcción de la identidad de una persona. Representa la continuidad entre el pasado y el presente. Y a pesar de nuestra creencia en el pasado como un algo inalterable, las imágenes que cada uno tenemos de nuestros pasados no son estáticas. La memoria cambia con el paso del tiempo y reconstruye el pasado en función del presente. El pasado es una mera reconstrucción. Es una imagen creada en el presente y para el presente. La memoria actúa como un filtro guardando aquellos aspectos del pasado que no debemos olvidar para mantener nuestra identidad y cultura en el presente.

Conseguir la suficiente elasticidad, permeabilidad y equilibrio entre la cultura heredada y las adoptadas es un reto nada despreciable. El pasado es aquel imaginario desde donde el emigrante reúne las fuerzas para continuar soñando, continuar construyendo y continuar amando a pesar de la distancia temporal y física. Es aquel espacio en el que a pesar del transcurrir del tiempo continuamos reflejándonos aunque la imagen haya dejado de ser nítida.

Este fin de semana hace dieciséis años salí del país. A mi llegada a Dublín, llovía incesantemente y había huelga del transporte público. Esa noche se me hizo eterna. Por la mañana el sol era intenso, el cielo raso, y se respiraba una gran serenidad recorriendo el antiguo campus…

Hoy he regresado a casa. El presente también es un país extranjero.

¿Recuerdas el primer día que saliste del país?

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