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Mundos invisibles

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”

José Saramago (Cuadernos de Lanzarote, 1997)

Ante el relativo grado de desconocimiento de la sociedad actual—particularmente de las generaciones más jóvenes—sobre el hecho de la emigración vasca, y ante la inevitable desaparición de la última generación histórica de emigrantes y exiliados y de aquellos que en su día retornaron, desde la iniciativa Bizkailab de la Universidad de Deusto nos propusimos realizar un estudio urgente sobre la memoria e historia del país, empezando por el Territorio Histórico de Bizkaia. La finalidad era, y sigue siendo, la de entender y difundir la identidad y cultura de un colectivo, a través del testimonio oral de sus protagonistas—tanto de aquellos que en su día emigraron como de los que regresaron—que hasta cierto punto, a día de hoy, permanece relegado al olvido.

oletaAustraliar-haCelebración del tradicional encuentro anual vasco-australiano en su vigesimocuarto aniversario, Oleta (Bizkaia). Fila superior: Mario Satika, Begoña Barrutia, Koldo Goitia, Maribi San Antonio, José Badiola, Iñaki Etxabe y Anne Etxabe. Fila inferior: Mila Aboitiz, Mila Aberasturi, José Ignacio Etxabe y Angelita Fundazuri (Fotografía de Pedro J. Oiarzabal).

Durante meses, hemos tenido la oportunidad de conocer “mundos invisibles”, hilvanados por memorias de otros tiempos, que se entrelazan con las de miles y miles de vascos que por una razón u otra tuvieron que abandonar Euskal Herria, y que en algunos casos, tras décadas en el extranjero, decidieron regresar a su hogar. ¿Qué es lo que quedaba del hogar? ¿Cómo fueron recibidos a su regreso? ¿Qué fue de aquellos vascos que regresaron tras la larga noche del franquismo, tras las interminables jornadas cortando caña de azúcar en Australia o en la soledad más absoluta pastoreando en las colinas del Oeste Americano? ¿Qué ha sido de su historia, de nuestra historia colectiva, del patrimonio cultural inmaterial que conforman los miles de fotogramas que compone la historia más gráfica de la emigración y del retorno a Euskal Herria?

¿Quién no conoce a algún familiar, lejano o no, o ha oído hablar de un vecino o un amigo que probó fortuna como cesta-puntista en el Oriente o en las Américas; de un exiliado; de un pastor; de un cortador de caña; de un hijo o hija de aquellos que se fueron para no volver más? Amerikanuak, Australianuak, Venezolanos, Argentinos, Uruguayos…vascos y vascas con acentos e historias sin contar que conviven entre nosotros y que comparten culturas, lenguas, vivencias de emigración y experiencias de retorno—unas más felices que otras, no carentes de incomprensiones mutuas, y a veces incluso de rechazo. Conforman mundos que nos transportan a otros tiempos y espacios, mundos invisibles, virtualmente desconocidos, pero reales. Sus historias son indispensables para comprender nuestro pasado y nuestro presente como un pueblo abierto al mundo.

ArrosaAmerikanuak20122-haEncuentro anual de los Amerikanuak, Arrosa (Nafarroa Beherea). De izquierda a derecha Jean Luis Oçafrain, Gratien Oçafrain y Michel Duhalde; emigrantes retornados de Estados Unidos (Fotografía de Pedro J. Oiarzabal).

El estudio nos llevó a recorrer numerosas localidades del país y nos acercó a paisajes del Oeste Vasco-Americano, pudiendo realizar más de 46 horas de grabación a personas cuyas vidas les condujo a más de 12 países en América, Asia, Europa y Oceanía. Hoy en día, la historia de Euskal Herria se enriquecería aun más si cabe incorporando las páginas sueltas escritas por vascos y vascas en lugares tan dispares como North Queensland, Idaho, Nevada, Buenos Aires, Caracas, Montevideo, México D.F., Filipinas, Cuba, Yakarta y un largo etcétera. Añadamos esas páginas al libro de nuestra historia y démoslas a conocer. Apenas hemos empezado a vislumbrar las raíces profundas del fenómeno de la emigración, y sobre todo del retorno, que existen en nuestra sociedad, y de su significado histórico en relación al progreso y al bienestar que a día de hoy disfrutamos, y que es en cierta medida, también gracias a los sacrificios y esfuerzos de aquellos que tuvieron que abandonar su tierra.

El vídeo “Gure Bizitzen Pasarteak: Erbeste, Emigrazio eta Itzulera Bizkaira—Fragmentos de Nuestras Vidas: Exilio, Emigración y Retorno a Bizkaia” muestra una selección de entrevistas realizadas en 2012 a vascos que en su momento fueron refugiados, exiliados, emigrantes y que a día de hoy han regresado al país. Nos relatan con sus propias palabras sus historias de vida, entremezclándose los discursos y testimonios más racionales con los más profundos y emotivos.

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Es ahora más que nunca necesaria la implicación de la sociedad, sus instituciones y agentes sociales, y de modo especial la de la población emigrante, la retornada y sus familiares para que se constituyan en agentes activos y participes en la propia reconstrucción del fenómeno histórico emigratorio vasco. Tal y como dijo, en su día, el Premio Nobel de Literatura José Saramago “hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.

[Si nació en Bizkaia y por cualquier motivo decidió emigrar a cualquier parte del mundo, y ha regresado a Euskadi, escribanos a bizkaia.retorno@gmail.com Por el contrario si conoce a alguien que emigró y ha regresado hágale llegar este mensaje. Eskerrik asko!]

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The Irízar Island

“Many hundred dreams have been dreamed in our island but I do not know if they helped to brighten our existence. They grouped themselves around two objects—food and rescue”

(Carl Skottsberg at Paulet Island, 1903)

In the Antarctic Argentine Islands of the Wilhelm Archipelago lies a pretty tiny island called Irízar (65° 13′ 0″ S, 64° 12′ 0″ W). The Argentine Islands are a group of sixteen islands, which were named as such by Jean-Baptiste Charcot—scientific leader of the first French Expedition to Antarctica that took place between 1903 and 1905—in gratitude to the Republic of Argentina. One of the islands was named in honor of Basque-Argentinian Lieutenant Commander Julián Irízar who had previously led the rescue of the failed Swedish Antarctic Expedition in 1903.

map_3031_64_303_400_400The Antarctic Irízar Island (Map source: Australian Antarctic Data Center)

It was the era of the international scientific and geographical exploration of Antarctica, which, in turn, also favored private commercial pursuits (e.g., the whaling industry) and fuelled the feeling of personal adventure by becoming, for example, the first person to reach the geographical South Pole. This era was initiated by the Belgian Antarctic Expedition, sponsored by the Belgian Geographical Society and led by navy officer Adrien de Gerlache in 1897, and it concluded in 1922 with the British Shackleton–Rowett Expedition. This was considered the last significant scientific voyage before the introduction of the aerial exploration in the late 1920s, which opened up a modern era for Antarctic discovery. It also meant the slow end of the maritime voyages of scientific exploration that began in the late 17th century.

During more than two decades sixteen major polar expeditions were launched by Belgium, the United Kingdom, Germany, Sweden, France, Japan, Norway, and Australia. It was some time before the revolution in transport and telecommunications technologies, and all pioneers’ efforts were confronted with the crude hostility of an unknown continent. Many crew members suffered severe injuries and others died under extreme weather conditions, lack of supplies, illnesses, and accidents.

The 1901 expedition led by Swedish scientist Otto Nordenskjöld and Norwegian explorer Carl Anton Larsen soon was about to face the hardships of Antarctica. As part of an agreement with the government of Argentina, military geologist José María Sobral Iturrioz joined the crew of Antartic, the expedition’s steamship. He became the first known Argentinian (and first Argentinian of Basque origin) to live in the southernmost continent of the planet. Nordenskjöld and five of his men were dropped off at Snow Hill Island in 1902 to establish a campsite from where to carry their work for one winter, while Captain Larsen sailed back to Malvinas. In November 1902 Larsen returned for Nordenskjöld and his group, but the ship was crushed by ice and finally sank 25 miles from Paulet Island. Both parties had to spend another isolated winter while ignoring each other’s fate. Their nightmare just began. A young sailor, Ole Christian Wennersgaard died in June 1903.

Concerned about the members of the expedition, Sweden, Argentina and France began to make arrangements for their rescue. Meanwhile, Carlsen’s party managed to reunite with Nordenskjöld’s group at Snow Hill where were successfully rescued by Lieutenant Commander Julián Irízar and its corvette Uruguay in November 1903. On December 2, 1903, the steam relief ship safely arrived at Buenos Aires after dealing with a huge storm that destroyed the mainmast and the foremast. It was greeted by tens of thousands of people. The rescue was considered one of the most triumphant and heroic episodes in the history of Antarctica as echoed by the international press of the day. It was also the first official voyage of Argentina to the frozen continent. Upon return Irízar was promoted to Captain.

Uruguayx10The corvette Uruguay (Photo source: Fundación Histarmar)

Among the 22 members of the Uruguay, the surgeon, José Gorrochategui, was also of Basque ancestry. Irízar and Gorrochategui were the first known Basques or Argentinians of Basque origin who set foot on the Antarctic continent (in addition to Sobral). Sobral Iturrioz was born in Gualeguaychú and Gorrochategui in Concepción del Uruguay, both in the province of Entre Ríos. Irízar was born in Capilla del Señor, in the province of Buenos Aires, in 1869 and died in Buenos Aires in 1935. Gorrochategui’s parents were from the Basque province of Bizkaia—his father was from Bilbao and his mother from Bermeo. Irízar’s parents were also Basque migrants, but this time they were from the province of Gipuzkoa; his father, Juan José Irízar was from Oñati and his mother, Ana Bautista Echeverría from Zumarraga.

On December 10, 1903, the Basque association Laurak-Bat of Buenos Aires organized a banquet to honor Irízar and his crew for the rescue of the Swedish Antarctic Expedition as well as for Sobral Iturrioz. During the ceremony, Irízar and his officers were given a silver-plated copper medal, while the sailors might have received a copper medal. The Basque-language inscription in the silver medal read: “Guidontzi “Uruguay”-ko adintari Julian Irizar Jaunari. Biltoki “Laurak-Bat”-ek” (Obverse); “Joair Doaitea “Antartic”-ari laguntzeko * Buenos Aires 1903 * (Reverse). (“The Center “Laurak-Bat” to Mr. Julian Irizar, captain of the ship “Uruguay” that leaves to help out the “Antarctic” * Buenos Aires 1903 *”).

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The banquet at the Laurak-Bat clubhouse (Photo source: La Baskonia, Number 368: 1903).

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The Laurak-Bat Irízar Medal (Images source: La Baskonia, Number 368: 1903). According to Glenn M. Stein, FRGS, polar and maritime historian, “this may very well be the only polar-related medal ever created in the Basque language.

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Irízar became Admiral of the Argentine Navy and retired after 50 years of military service. Through his career Irízar received many distinguished awards including the insignia of Chevalier (Knight) of the Legion of Honor of France. On the 50th anniversary of the rescue, the Argentinian government built a monolith at the Buenos Aires port to commemorate “la hazaña de Irízar” (Irízar’s heroic deed). In 1979, the icebreaker of the Argentina Navy was named Almirante Irízar in his honor. The corvette Uruguay became a naval museum in 1967, and nowadays it is moored to the dock of Puerto Madero, Buenos Aires. The Argentine Antarctic summer base, built in 1965, was named after Lieutenant Sobral, considered the father of Argentinian explorations in Antarctica.

For more information (in Spanish) see: “1903 – Hazaña de la corbeta Uruguay y la colectividad baskongada” (Luis Héctor Carranza, 2003) and “Julian Irizar y la ‘Uruguay’” (Martha González Zaldua, 2003).

Many thanks to Shannon Sisco at the Basque Library, University of Nevada, Reno

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“La música es la taquigrafía de la emoción”

(Leo Tolstoy)

Mientras antropólogos culturales y etnomusicólogos nos relatan como la música es sin ninguna duda parte integral de una cultura y de las tradiciones orales de una sociedad, algunos sociólogos inciden en la importancia de la música y de las letras como elementos de socialización y de transmisión de información y de emociones. Aún más, investigadores pioneros en los campos de la neurología y psicología subrayan el impacto positivo de la música en nuestro desarrollo como persona y de nuestras propias estructuras emocionales. En sí, los sonidos en forma de canciones y relatos, al igual que aquellos aromas producidos en la cocina de nuestros mayores, se asocian a una memoria emocional anclada en un punto concreto de nuestra biografía. De esta manera, por ejemplo Joaquim Fuster argumenta que el motivo por el que una memoria es tan firme, tan sólida y tan duradera son las circunstancias emocionales en que se adquirió la memoria”. Ciertas memorias se encuentran asociadas a emociones específicas que son repetidas en el curso de la vida y que pueden ser evocadas, por ejemplo, por una determinada pieza musical, una imagen, un aroma o un sabor.

En nuestro pequeño planeta vasco han surgido un número de iniciativas innovadoras del ámbito cultural entre las que se encuentra muy especialmente Ibaimusic la cual reivindica el mundo de la música como forma de conectar con nuestras emociones, de relacionar nuestros sentidos con nuestras memorias, aunando en una misma sintonía-red a Euskal Herria y a la diáspora a través de la difusión de las diferentes tradiciones musicales vascas. Consecuentemente, esta propuesta cultural teje con intensidad una geografía de emociones y conocimientos que une a vascos de aquí y de allí, más allá de la distancia, y en donde Internet y las diversas aplicaciones digitales juegan un papel crucial. Nuestra comunidad global vasca toma cuerpo alrededor de un pentagrama acompañado por sus singulares signos musicales. El sociólogo vasco José Ignacio Ruíz Olabuenaga define esta comunidad como “una peculiar melodía constituida por las notas personales de todos los que nos sentimos vascos”.

Ibaimusicibaimusic “Emozioak lotuz-Conectamos emociones”

Proyectos como el de Ibaimusic nos proponen cientos y cientos de canciones que hilvanan cuentos e historias y nos transportan a otros tiempos y lugares que nos gustaría volver a visitar aunque fuera un instante…un solo instante. Nos acercan a placenteros recuerdos e imágenes que creíamos olvidados o desvanecidos en el tiempo, y que hacen que, al recuperarlos, las comisuras de nuestros labios se tornen en sonrisas. Imágenes de nuestra infancia inundan nuestra memoria y nos proyectan a otros tiempos donde lo imposible no existía en nuestro vocabulario y la vida se tornaba en un juego diario. ¿Cuál es la música vasca de tu niñez? ¿Qué recuerdos te traen las canciones e historias de tu infancia o juventud?

Y el tiempo transcurre. Y en nuestra memoria siguen perdurando un sinfín de sueños y de otros mundos posibles de alcanzar. Y a punto de iniciar un nuevo año echamos de menos las historias de aquellos vascos que decidieron quedarse en América, en Australia o en Europa y de aquellos otros que decidieron regresar y que durante años fueron recopiladas con extraordinaria paciencia por Alberto y por Kepa. Y seguimos echando de menos las palabras de Sergio y de tantos otros. Palabras forjadas por destellos de luz de estrellas que siempre dejan a la sombra vencida.

Jai Zoriontsuak eta Urte Berri On!!!

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