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Recap: Volume II, 2012

The year 2012 marked the 75th anniversary of the evacuation of thousands of Basque children as a result of one of the darkest periods in European contemporary history—i.e., the Spanish Civil War. Its consequences in Basque soil were shattering, particularly for the civil society and its children. In 1937, over thirty small towns and villages in Bizkaia were intentionally bombarded by Generalissimo Francisco Franco´s Nazi allies to demoralize the Basque resistance. This provoked a massive organized departure of its youngest population. Some of the children were exiled to the former Union of Soviet Socialist Republics, having to endure, also, the outbreak of World War II. Many of them even enlisted in the Red Army (“No place for children,” March post).

Some of the children´s testimonies were collected in an oral history video—“Gure Bizitzen Pasarteak—Fragments of our Lives”—as part of an ongoing project that also took me to the land of the Basques in the United Sates (“#EuskalWest2012,” September post). The research attempts to uncover the lives of Basque migrants and exiles who had returned to the Basque Country as a way to make sense of the “injured” collective memory of an entire generation, which, undoubtedly, needs to be healed by acknowledging their sacrifice and suffering (“Mundos invisibles”—“Invisible worlds,” November post).

America was quite present in the blog throughout the year. It is well known the historical significance of this continent for the Basques as it has become a second home for hundreds of years, weaving a tight web of emotional geographies (“Etxea”—“Home,” April post). It is also known, to a certain extent, the relevance of some of the Basque migrants and descendants in the history of their countries of residence as in the cases of Julián Irízar (Argentina) and Jean Esponda (United States). Basque-Argentinian Lieutenant Commander Irízar led a successful rescued expedition in 1903 to the Antarctica, which also became the first official voyage of Argentina to the continent. One of the islands in the Antarctic Argentine Islands was named in his honor (“The Irízar Island,” February post). On the other hand, Johnson County, Wyoming, designed a flag to commemorate the State Fair´s 100th anniversary, which depicts the Ikurriña or Basque flag in order to honor the county´s Basque origins. This goes back to the arrival of Jean Esponda in 1902 from the Old Country. The Johnson County´s flag is the first official Basque flag outside the European homeland (“The Flag,” August post).

Also, we commemorated the 100th anniversary of the Basque Fellowship Society “Euskal Erria” (Sociedad de Confraternidad Vasca) from Montevideo (Uruguay), the Basque Center Zazpirak-Bat from Rosario (Argentina), and the Basque Home (Euzko Etxea) from Santiago de Chile (Chile). These diaspora associations as many others worldwide are good examples of tenacity and steadiness (“ehun”—“100,”May post; “En nuestro propio mundo”—“In our own world”, June post, respectively).

Similar to last year, the most visited post also happened to refer to politics (“Tiempo de promesas”—“Time for promises,” October post). In the occasion of the elections to the Parliament of the Basque Autonomous Community, I attempted to explain the reasons behind the traditional low participation of diaspora Basques, and the importance, in my opinion, for the diaspora to be involved in homeland politics. It is there where diaspora politics are designed and shaped. It is there where the voices of the Basques abroad need to be heard.

Confronted with one of the most acute crisis that recent generations have witnessed, let´s remember Viktor Frankl´s— a Holocaust survivor—words, “When we are no longer able to change a situation, we are challenged to change ourselves.” Indeed, new but difficult times are ahead of us (“Tiempos nuevos”—“New times,” December post).

In June, Basque Identity 2.0, celebrated its 3rd anniversary. Special thanks to our colleagues from eitb.com, A Basque in Boise, and About the Basque Country for their continuous support.

Thank you all for being there. I would love to hear from you. Happy New Year!

Eskerrik asko eta Urte berri on!

(NOTE: Please feel free to use Google automatic translation service…it seems to have improved, just a little bit).

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Mundos invisibles

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”

José Saramago (Cuadernos de Lanzarote, 1997)

Ante el relativo grado de desconocimiento de la sociedad actual—particularmente de las generaciones más jóvenes—sobre el hecho de la emigración vasca, y ante la inevitable desaparición de la última generación histórica de emigrantes y exiliados y de aquellos que en su día retornaron, desde la iniciativa Bizkailab de la Universidad de Deusto nos propusimos realizar un estudio urgente sobre la memoria e historia del país, empezando por el Territorio Histórico de Bizkaia. La finalidad era, y sigue siendo, la de entender y difundir la identidad y cultura de un colectivo, a través del testimonio oral de sus protagonistas—tanto de aquellos que en su día emigraron como de los que regresaron—que hasta cierto punto, a día de hoy, permanece relegado al olvido.

oletaAustraliar-haCelebración del tradicional encuentro anual vasco-australiano en su vigesimocuarto aniversario, Oleta (Bizkaia). Fila superior: Mario Satika, Begoña Barrutia, Koldo Goitia, Maribi San Antonio, José Badiola, Iñaki Etxabe y Anne Etxabe. Fila inferior: Mila Aboitiz, Mila Aberasturi, José Ignacio Etxabe y Angelita Fundazuri (Fotografía de Pedro J. Oiarzabal).

Durante meses, hemos tenido la oportunidad de conocer “mundos invisibles”, hilvanados por memorias de otros tiempos, que se entrelazan con las de miles y miles de vascos que por una razón u otra tuvieron que abandonar Euskal Herria, y que en algunos casos, tras décadas en el extranjero, decidieron regresar a su hogar. ¿Qué es lo que quedaba del hogar? ¿Cómo fueron recibidos a su regreso? ¿Qué fue de aquellos vascos que regresaron tras la larga noche del franquismo, tras las interminables jornadas cortando caña de azúcar en Australia o en la soledad más absoluta pastoreando en las colinas del Oeste Americano? ¿Qué ha sido de su historia, de nuestra historia colectiva, del patrimonio cultural inmaterial que conforman los miles de fotogramas que compone la historia más gráfica de la emigración y del retorno a Euskal Herria?

¿Quién no conoce a algún familiar, lejano o no, o ha oído hablar de un vecino o un amigo que probó fortuna como cesta-puntista en el Oriente o en las Américas; de un exiliado; de un pastor; de un cortador de caña; de un hijo o hija de aquellos que se fueron para no volver más? Amerikanuak, Australianuak, Venezolanos, Argentinos, Uruguayos…vascos y vascas con acentos e historias sin contar que conviven entre nosotros y que comparten culturas, lenguas, vivencias de emigración y experiencias de retorno—unas más felices que otras, no carentes de incomprensiones mutuas, y a veces incluso de rechazo. Conforman mundos que nos transportan a otros tiempos y espacios, mundos invisibles, virtualmente desconocidos, pero reales. Sus historias son indispensables para comprender nuestro pasado y nuestro presente como un pueblo abierto al mundo.

ArrosaAmerikanuak20122-haEncuentro anual de los Amerikanuak, Arrosa (Nafarroa Beherea). De izquierda a derecha Jean Luis Oçafrain, Gratien Oçafrain y Michel Duhalde; emigrantes retornados de Estados Unidos (Fotografía de Pedro J. Oiarzabal).

El estudio nos llevó a recorrer numerosas localidades del país y nos acercó a paisajes del Oeste Vasco-Americano, pudiendo realizar más de 46 horas de grabación a personas cuyas vidas les condujo a más de 12 países en América, Asia, Europa y Oceanía. Hoy en día, la historia de Euskal Herria se enriquecería aun más si cabe incorporando las páginas sueltas escritas por vascos y vascas en lugares tan dispares como North Queensland, Idaho, Nevada, Buenos Aires, Caracas, Montevideo, México D.F., Filipinas, Cuba, Yakarta y un largo etcétera. Añadamos esas páginas al libro de nuestra historia y démoslas a conocer. Apenas hemos empezado a vislumbrar las raíces profundas del fenómeno de la emigración, y sobre todo del retorno, que existen en nuestra sociedad, y de su significado histórico en relación al progreso y al bienestar que a día de hoy disfrutamos, y que es en cierta medida, también gracias a los sacrificios y esfuerzos de aquellos que tuvieron que abandonar su tierra.

El vídeo “Gure Bizitzen Pasarteak: Erbeste, Emigrazio eta Itzulera Bizkaira—Fragmentos de Nuestras Vidas: Exilio, Emigración y Retorno a Bizkaia” muestra una selección de entrevistas realizadas en 2012 a vascos que en su momento fueron refugiados, exiliados, emigrantes y que a día de hoy han regresado al país. Nos relatan con sus propias palabras sus historias de vida, entremezclándose los discursos y testimonios más racionales con los más profundos y emotivos.

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Es ahora más que nunca necesaria la implicación de la sociedad, sus instituciones y agentes sociales, y de modo especial la de la población emigrante, la retornada y sus familiares para que se constituyan en agentes activos y participes en la propia reconstrucción del fenómeno histórico emigratorio vasco. Tal y como dijo, en su día, el Premio Nobel de Literatura José Saramago “hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.

[Si nació en Bizkaia y por cualquier motivo decidió emigrar a cualquier parte del mundo, y ha regresado a Euskadi, escribanos a bizkaia.retorno@gmail.com Por el contrario si conoce a alguien que emigró y ha regresado hágale llegar este mensaje. Eskerrik asko!]

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En nuestro propio mundo

“Chile es el país más vasco entre los de América”.

Gabriela Mistral (“Tala”, 1938)

De esta manera tan rotunda, Gabriela Mistral (bautizada con el nombre de Lucila Godoy Alcayaga) describía Chile en el contexto de la tragedia fratricida que estaba asolando su tierra ancestral y la pasividad cómplice del mundo occidental:

“Es mi mayor asombro, podría decir también que mi más aguda vergüenza, ver a mi América Española cruzada de brazos delante de la tragedia de los niños vascos. En la anchura física y en la generosidad natural de nuestro Continente, había lugar de sobra para haberlos recibido a todos, evitándoles los países de lengua imposible, los climas agrios y las razas extrañas. El océano esta vez no ha servido para nuestra caridad, y nuestras playas, acogedoras de las más dudosas emigraciones, no han tenido un desembarcadero para los pies de los niños errantes de la desgraciada Vasconia. Los vascos y medio vascos de la América hemos aceptado el aventamiento de esas criaturas de nuestra sangre y hemos leído, sin que el corazón se nos arrebate, los relatos desgarrantes del regateo que hacían algunos países para recibir los barcos de fugitivos o de huérfanos. Es la primera vez en mi vida en que yo no entiendo a mi raza y en que su actitud moral. Me deja en un verdadero estupor.”

Las palabras de Mistral, “una mestiza de vasco” tal y como se definió en su día, dieron fruto en época de Pedro Aguirre Cerda, Presidente de la República de Chile (1938-1941), también de origen vasco. Aguirre Cerda, comprometido con la causa republicana española, nombró a Pablo Neruda Cónsul Especial de Chile para la Emigración Española convirtiéndose en el enlace oficial con el Gobierno de la Republica de España y el Gobierno Vasco en Paris. Tras un mes de singladura por el Atlántico y el Pacífico el 3 de septiembre de 1939 el carguero Winnipeg arribó al puerto de Valparaíso desde una lejana Francia con cerca de 2.200 refugiados de la Guerra Civil Española, entre ellos un significante número de vascos. Trascurridas cuatro décadas, Neruda recordaba aquellos días en “Para nacer he nacido” (1978) de la siguiente manera:

“Ante mi vista, bajo mi dirección, el navío debía llenarse con dos mil hombres y mujeres. Venían de campos de concentración, de inhóspitas regiones del desierto. Venían de la angustia, de la derrota y este barco debía llenarse con ellos para traerlos a las costas de Chile, a mi propio mundo que los acogía. Eran los combatientes españoles que cruzaron la frontera de Francia hacia un exilio que dura más de 30 años”.

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Imagen del Presidente Aguirre Cerda desplegada por los refugiados del Winnipeg a su llegada al puerto de Valparaíso. Fotografía: BBC Mundo.

Otros vascos de otras migraciones se encontraban desde tiempo atrás asentados en diversas localidades del país. En 1915, parte de la comunidad vasca de Valparaíso se organizaba entorno al Centro Vasco Chileno de Socorros Mutuos, embrión de lo que más tarde sería Eusko Etxea-Casa Vasca, creada en 1943 tras la visita al país del Lehendakari José Antonio de Aguirre en 1942. La visita se enmarcaba en una gira que le llevó a recorrer diez países americanos. No alejada de conflictos internos, la asociación se vio abocada a desaparecer, y no es hasta 1999 que un grupo de personas retoma el nombre de la histórica casa vasca.

Tres años antes de la conformación del Centro Vasco de Valparaíso, Santiago de Chile era testigo de la constitución de su primer Centro Vasco, hermanándose en la distancia con las ciudades de Montevideo (Uruguay) y de Rosario (Argentina), las cuales vieron durante el mismo año surgir entre sus comunidades de emigrantes vascos la Sociedad de Confraternidad Vasca “Euskal Erria” y el Centro Zazpirak-Bat, respectivamente.

El paso del tiempo, los relevos generacionales, y los acontecimientos políticos y socio-económicos en Europa—la Guerra Civil, el exilio, el Gobierno Vasco en el exilio, la postguerra, y la Segunda Guerra Mundial—tendrán consecuencias directas en las numerosas colectividades vascas de América y particularmente en sus asociaciones, verdaderos faros en los rompeolas americanos de la emigración y el exilio vasco durante décadas. Dentro del devenir del propio Centro Vasco de Santiago de Chile en 1931 se crea Euzko Gastedija (Juventud Vasca) con un compromiso político claro en relación al emergente movimiento nacionalista vasco de Euskadi.

No es de extrañar que ante el aporte ideológico de los recién llegados y coincidiendo con la visita del Lehendakari Aguirre a Santiago de Chile, ambas instituciones, Euzko Gastedija y el propio Centro Vasco, asuman su unificación, convirtiéndose posteriormente en la institución que hoy conocemos como Euzko Etxea, no haciendo discriminación en el origen de los vascos, ya fueran de un lado o del otro de los Pirineos, a la vez que establecían una nueva sede social en la actual Avenida Benjamín Vicuña Mackenna. Su construcción se inició en 1957.

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Euzko Etxea de Santiago de Chile, 1960. (Fotografía cortesía de Pedro Oyanguren).

El pasado 15 de marzo Euzko Etxea celebró su primer centenario de vida. Durante el acto conmemorativo el Presidente de Euzko Etxea, José María Narvarte atestiguaba con sus palabras esa necesidad inherente al emigrante o exiliado de recrear un propio mundo vasco, situado entre el país de origen y el país de acogida, donde comenzar de nuevo, con la esperanza de que el esfuerzo realizado durante tanto tiempo tenga continuación:

“El vasco que abandona su pueblo, por distintos motivos y en distintos períodos de la historia, vive dos vidas: una soñando el anhelado retorno y otra, luchando día a día abriéndose un espacio vital, el de la subsistencia en otra tierra, en otro idioma, entre otras gentes. Y desde siempre, en ese diario vivir, le urge la necesidad de buscar un lugar de encuentro con los suyos, emulando instituciones, conservando sus tradiciones y su lengua… Nuestra casa cumple 100 años… Recordamos a los que ya no están y que hicieron posible su creación y su desarrollo y recibimos con los brazos abiertos a sus nuevos integrantes, savia nueva que hará posible perpetuar el sueño”.

Zorionak Euzko Etxea!!

Mi agradecimiento a Pedro Oyanguren y a Palmira Oyanguren por su inestimable ayuda.

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“Vengo del desierto y vi a mi abuelo sembrar en el desierto… Siembra en una tierra árida y luego espera. Si cae la lluvia, recolecta… Un día, usted marcha sobre una tierra completamente quemada, luego llueve y lo que sigue, usted se pregunta cómo ha podido producirse: tienes flores, verdor…porque los granos ya estaban ahí… ¡Hay que sembrar! ¡Incluso en el desierto, hay que sembrar! …Siembro y si mañana llueve, está bien, y si no, al menos los granos están ahí, porque ¿qué va a pasar si no siembro? ¿Sobre qué caerá la lluvia? ¿Qué es lo que va a crecer, piedras? Es la actitud que adopto: sembrar en el desierto”.

(Moncef Marzouki, Mayo 2010)

No es difícil imaginar a aquellos pioneros de la cultura y de la política vasca, surgidos de las comunidades de emigrantes y exiliados de finales del siglo XIX a lo largo del continente americano, aunando esfuerzos con grandes dosis de sacrificio y sorteando todo tipo de obstáculos con el objetivo de lograr que las semillas que en su día plantaron pudieran germinar y florecer en tierra extraña, por muy árida y hostil que fuera. En sí se convirtieron en verdaderos “sembradores de cultura”—como le gusta recordar a Mikel Ezkerro.

Este año se celebra tanto el centenario de la Sociedad de Confraternidad Vasca “Euskal Erria” de Montevideo (Uruguay) como el del Centro Zazpirak-Bat de Rosario (Argentina), ambas fundadas en un intervalo de dos meses. Aun estando ubicadas en ciudades separadas por más de 700 kilómetros, con el transcurso del tiempo fueron entrelazadas por oleadas de emigrantes provenientes de muy diversos lugares de Europa entre los que se encontraban vascos de ambas vertientes de los Pirineos. A pesar de la emancipación de las colonias americanas, la emigración vasca continúo hacia América, eligiendo destinos como Chile y el Río de la Plata—hoy en día Argentina y Uruguay. Se estima que entre la década de 1830 y principios del siglo XX decenas de miles de vascos emigraron legalmente al Nuevo Mundo. Durante el siglo XIX, los territorios vascos estuvieron plagados de crecientes dificultades socio-económicas al igual que de una sobrecogedora inestabilidad política, en forma de revoluciones y guerras que empujaron a muchos de sus ciudadanos a emigrar, tanto para mejorar su calidad de vida como simplemente para salvarla. Bien es cierto que el siglo XX no fue más amable para los vascos que las anteriores eras. La Guerra Civil Española y las dos guerras mundiales forzaron a miles y miles de vascos al exilio, a los que se sumaron aquellos otros de carácter económico como consecuencia de la postguerra.

A lo largo de estos 100 años la transmisión de la identidad vasca dentro de las propias colectividades ya sea en Argentina o en Uruguay ha sido altamente exitosa, y suficientemente abierta y atractiva propiciando la incorporación de personas que se han educado en otros marcos culturales y de identidad. Como escribí en su momento “la identidad vasca, al igual que otras muchas identidades en el mundo actual es, ante todo, una identidad permeable, elástica, múltiple, que se negocia, renegocia, construye y reconstruye constantemente en los diversos contextos temporales y espaciales en los que se desenvuelve, y en los que conviven diversidad de referentes y repertorios identitarios, abiertos, y ajerárquicos”. Por todo ello no es de extrañar, por ejemplo, que la Cámara Nacional de Representantes de Uruguay haya homenajeado a los fundadores de Euskal Erria, y por ende a la colectividad vasca de la capital, por su contribución al desarrollo del país o que el Gobierno Provincial de Santa Fe y la Municipalidad de Rosario hayan declarado de interés público todos los actos que lleve a cabo el Zazpirak-Bat como conmemoración de su centenario.

eErriaMendeurrenSeilu-haSello conmemorativo del centenario de la Confraternidad Vasca de Euskal Erria. Imagen: Dirección Nacional de Correos de Uruguay (25 de mayo de 2012).

El trabajo abnegado de un número determinado de personas a lo largo y ancho de nuestras diásporas vascas, a la vez que un ejemplo a imitar, es aun más valioso en un contexto de casi nula emigración, de envejecimiento de la población del exterior, y en muchos casos de una falta de relevo generacional que pueda reactualizar imaginativamente la herencia cultural y a la vez fortalecer el entramado institucional existente. Aquellos vascos de Rosario y Montevideo, y de tantos otros lugares, quizás jamás pensaron que las semillas que plantaron en su día les sobrevivieran, florecieran como lo han hecho, y pudieran auto-perpetuarse generación tras generación hasta llegar a día de hoy. Sin ninguna duda también se encontraron con numerosos problemas pero decidieron continuar hacia adelante.

¡Hay que sembrar! ¡Incluso en el desierto, hay que sembrar!”

Zorionak Euskal Herria eta Zazpirak-Bat!!

¿Conoces a algún “sembrador” de cultura vasca en tu colectividad, en tu país? ¿Te gustaría compartir su historia?

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Orok Bat

Sentado en un café del antiguo barrio de la Morería de Lisboa, uno no llega a imaginar el esplendor del que fuera uno de los centros neurálgicos del mundo occidental durante siglos; puente comercial, lingüístico y cultural entre Europa, África, India, Brasil y el suroeste de Asia. Herencia de todo ello, es que a día de hoy alrededor de unos 223 millones de personas a lo largo del mundo comparten la lengua y cultura portuguesas y una historia colonial y post-colonial común (repleta de luces y sombras), formando la Comunidade dos Países de Língua Portuguesa, fundada en 1996.

Desde que en 1500 Pedro Álvares Cabral llegara a las costas de lo que posteriormente se denomino como Brasil, cientos de miles de personas arribaban a Lisboa con la esperanza de poder embarcar hacia el Nuevo Mundo. La maquinaría de la conquista, colonización, expansión territorial, y explotación comercial (esclavos, azúcar, café, y oro) tomó su propio ritmo al igual que lo hiciese en el caso del Imperio Español.

Tras la invasión de Portugal por parte de Napoleón Bonaparte en 1808, la familia real portuguesa se trasladó a Brasil y otorgó a la colonia el estatus de reino en 1815, haciendo de Río de Janeiro la capital del Imperio Portugués. Era la primera vez en la historia de Europa que una colonia llegó a albergar la capital de su propia metrópoli. A pesar de la derrota de Bonaparte y la restauración de la monarquía en tierra portuguesa, el movimiento independentista que surgió a lo largo de América en el siglo diecinueve, provocó, dentro de las élites brasileñas, un mayor deseo de distanciarse de Portugal para afirmarse como pueblo soberano. El 7 de septiembre de 1822, se proclamó la independencia de Brasil.

Seis décadas más tarde, en 1881, una asociación vasca llamada Euskaldunak Orok Bat fue establecida en Río de Janeiro. Fue la primera asociación vasca, de la que se tiene conocimiento, en la historia de Brasil y del cuasi-finiquitado Imperio Portugués. Unos años antes se habían ya establecido las primeras organizaciones post-coloniales de la diáspora vasca en la región del Río de la Plata (hoy en día, Argentina y Uruguay). En 1876, la asociación Laurak Bat fue creada en Montevideo y en 1877, La Sociedad Vasco-Española Laurac Bat (conocida posteriormente como Laurak Bat) fue fundada en Buenos Aires. De manera coincidente, a miles de kilómetros de distancia, las comunidades vascas de Matanzas, Cuba, y Manila, Filipinas, todavía bajo control político y militar español, se organizaron formalmente en 1868 y alrededor de la década de 1880, respectivamente.

Tal y como vemos, las diásporas son retazos del devenir de la propia historia, hijas de un hogar abandonado, que se aleja en el tiempo y en la distancia física pero que se ancla en la memoria de individuos y comunidades que la componen. Sus esfuerzos por continuar siendo una parte integral tanto del país de origen como el de acogida y no verse relegados al ostracismo del olvido y de la asimilación, es una lucha continua de titanes contra el tiempo. Hoy en día el único vestigio asociativo vasco en Brasil es Eusko Alkartasuna, el cual fue fundado en 1959 en la ciudad de São Paolo. Muy posiblemente el espíritu de unidad y solidaridad que dio lugar al Euskaldunak Orok Bat, “Todos los Vascos en Uno”, continúa, hoy en día, en vigor en la asociación Eusko Alkartsauna.

Poco se sabe del Euskaldunak Orok Bat y de los individuos que la albergaron y fomentaron, los motivos que les hicieron emigrar a Brasil, de las actividades que llevaron a cabo, y del por qué de su desvanecimiento en el tiempo. Sin ninguna duda es todo un reto para la historiografía. Un mayor número de estudios sobre la emigración vasca a Brasil, antes y después de su independencia, son hoy más que nunca necesarios. Adentrarse en la historia de la diáspora vasca, y particularmente de sus comunidades emigrantes minoritarias, es una de las mejores maneras de conocer nuestro presente como país. Tras siglos de emigración en búsqueda de un mundo mejor, Euskal Herria se ha convertido por primera vez en un país de acogida de inmigrantes de origen no europeo. Qué mejor forma de celebrar la llegada de nuevas gentes que ofrecerles la historia de nuestros conciudadanos por el mundo. Una nueva historia común, hecha por todos. Orok Bat!

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